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lunes, 19 de mayo de 2014

Escena: final de Sueños de un seductor (Herbert Ross, 1972)

Lo primero pedir disculpas por todo el tiempo que llevo sin publicar, pero a juzgar por el aluvión de mensajes que llevo recibido tampoco me habéis echado mucho de menos.
Hoy os traigo una película que toda en su conjunto es un homenaje a esa obra maestra que es Casablanca, pero esta escena en concreto es igualita a ese maravilloso final con Rick e Ilsa despidiéndose entre la niebla. Lo que nadie podrá negar es que Allen es uno de esos directores que son ante todo cinéfilos, y este film no es otra cosa que un canto de amor al cine.
En cuanto a la escena, pues nos situamos en un pequeño aeropuerto, con una niebla espesa y con Woody Allen intentando convencer a Diane Keaton de que tiene que subir a ese avión con su marido. Sin embargo, a diferencia de la película de Curtiz, esta está más que convencida. Eso sí, nadie le quita al personaje de Allen de decir la famosa frase de: "si no subes a ese avión lo lamentarás. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero algún día para el resto de tu vida", ya que lleva esperando toda la vida para decirlo.

Siento no haber podido encontrar la escena completa, pero ya me ha costado lo suyo encontrar esta parte, y eso que está en inglés.


Aquí la frase antes citada en español.

domingo, 13 de enero de 2013

Escena: "Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas", en Hannah y sus hermanas.

"Nobody, not even the rain, has such small hands". ¿No os parece una de las frases más bonitas que habéis escuchado nunca? Se trata del final de un poema de e.e. cummings, y Woody Allen la utiliza para nombrar esta genial secuencia. Elliot (Michael Caine) está secretamente enamorado de la hermana de su mujer. Con la intención de pasar un rato con ella, cuando se cruzan "por casualidad" le dice que está buscando una librería. Ella le lleva a una fantástica, y entonces él le regala un libro de poemas de Cummings, recomendándole este en concreto.

lunes, 7 de mayo de 2012

Escena: partida al otro mundo en La última noche de Boris Grushenko (Woody Allen, 1975)

El otro día hablé de La última noche de Boris Grushenko, y me quedé con ganas de comentar la escena que da fin a la película. Se trata de un único plano fijo en el que se ve a Boris danzando (casi alegre, al menos en apariencia) con la muerte mientras avanzan por un camino situado entre dos filas de árboles y al borde de un lago. Simplemente genial.

sábado, 5 de mayo de 2012

La última noche de Boris Grushenko (Woody Allen, 1975)

Ya estaba tardando en salir Woody Allen en mi blog, pues se trata de uno de mis directores favoritos. Y, además, esta película en concreto es una de mis favoritas del neoyorquino.
Comenzaré diciendo que el título original es Love and Death, y es que la película se trata de una profunda reflexión de estos dos temas. De hecho, los protagonistas no se cortan ni un pelo en detener la acción, mirar a la cámara y ponerse a divagar sobre el amor, el sexo, la muerte, Dios...
Pero lo interesante de esta película es que todo ese profundo existencialismo es tratado siempre con el humor tan característico de los primeros films de Allen, cuya herencia de los Hermanos Marx es aquí más que clara.
Pero vamos con el argumento. La historia se sitúa en la Rusia de principios del siglo XIX, dónde Boris (Woody Allen) es un joven un tanto infeliz. Desde pequeño ha vivido obsesionado con la muerte, en el seno de una familia en la que no encaja y enamorado de su prima Sonia (Diane Keaton), quien está enamorada de Iván, el hermano de Boris. Tras la invasión de Napoleón, Boris se verá obligado a ir a la guerra.
En cuanto al aspecto técnico, destacar la fotografía (con abundantes y verdes espacios abiertos) y la banda sonora, del compositor ruso Serguéi Prokofiev. Por otro lado, el guión es ingenioso, divertido e irónico, repleto de frases ya míticas. El único pero es que en mi opinión, avanza a un ritmo muy irregular, extendiendo mucho en unas cosas y quedándose corto en otras.
Conclusión: obligatoria.